La onicofagia es el hábito compulsivo de morderse las uñas. Esta costumbre tan perjudicial para la salud de nuestras manos, está asociada con diferentes factores tanto psicológicos como psicosomáticos. Así, entre los factores psicológicos esto se relaciona con estados pseudoconstantes de carácter obsesivo, compulsivo e incluso agresivo y en definitiva, con un trastorno nervioso.
El estrés, las dificultades para resolver los problemas cotidianos son algunas de las causas más concretas que generan este trastorno. Entre las causas psicosomáticas, es decir, las que implican un efecto o acción visible sobre el cuerpo, podemos encontrarnos la baja autoestima o la timidez y en los casos más graves, dramáticos cambios en el entorno social cercano como divorcios, pérdidas de seres queridos, violencia, malos tratos o presión por los estudios.
Por otro lado, morderse las uñas puede provocar problemas en el lecho ungueal de la uña, es decir, la parte de la piel sobre la que crece la uña. En ocasiones, esta parte de la piel cubre a la uña y le impide crecer. A su vez, esto también puede generar que los bordes laterales se inflamen y en los casos más extremos, se pueden llegar a perder tiras de uña que conlleva la pérdida íntegra.
Todo ello sin olvidar que en ocasiones puede llegar a impedirnos realizar algunas actividades como abrir latas o coger objetos y que no es muy estético, resulta doloroso y en algunas ocasiones provoca leves sangrados.
Los cinco trucos más eficaces
El primer paso es, como con todo, querer dejar ese mal hábito y tener una gran fuerza de voluntad. Y es que como vicio, es muy difícil dejarlo de lado.
Sin embargo, una pequeña ayuda nunca viene mal. Por ello, en Bekia Belleza te damos algunos trucos para lograr superar este hábito:
- Pintarse las uñas: Aunque al principio no quede precisamente bien, pintarse las uñas puede ser una solución para dejar de morderlas. Podemos apostar por colores llamativos que nos llamen la atención y nos animen a dejarlas así o bien por colores neutros de un tono semejante a nuestra piel, o marrón, para que, por el contrario, no llame mucho la atención pero nos sirva para recordar que no debemos "caer en la tentación".
- Usar un esmalte amargo: En farmacias y tiendas de cosmética se venden unos frascos transparantes de pintauñas que tienen mal sabor (incluso mal olor si es muy fuerte) que dejan un sabor amargo cuando nos llevamos las manos a la boca sin darnos cuenta. Además, algunos contienen vitaminas que favorecen el endurecimiento de las uñas y en consecuencia, su crecimiento.
- Usar uñas postizas: Es la siguiente opción si has probado con todo lo anterior sin éxito. Existen diferentes tipos de uñas postizas, lo más aconsejable es acudir a un centro de manicura e informarnos sobre cuál es el que mejor se adapta a nuestras necesidades, aunque por lo general, siempre se suele apostar por las uñas de gel. Las uñas postizas temporales, que se pueden adquirir en cualquier tienda, son otra buena opción que puede ayudarte a conseguir tu meta.
- Buscar un sustituto: Si identificamos los momentos del día en que más nos mordemos las uñas, siempre podemos buscar una actividad sustitutiva para esos momentos. Por ejemplo, mascar un chicle, un palillo, jugar con algún objeto como una pelota de goma o un boli o comer pipas, entre otros. Masticar palitos de apio o zanahoria es una alternativa también muy eficaz.
- Untarse crema o aceite o ponerse guantes: Aplicar crema o aceite vegetal especial para manos, además de hidratar la piel, ayudará a proteger las uñas y tendrá un efecto similar al esmalte amargo cuando te lleves los dedos a la boca. Se trata de cubrir o "proteger" las manos, por lo que aquí los guantes también son una buena opción muy eficaz.
- Dejarlo progresivamente: Si aún así no consigues dejarlo, prueba a ir abandonando la costumbre poco a poco. Es decir: procura dejar de morder las uñas de los dedos de una mano, o de unos dedos en concreto. Así podrás ir viendo los resultados, que a su vez te animarán a continuar en tu esfuerzo.