El verano es una de las épocas del año en la que más echamos manos de productos de maquillaje que sublimen y potencien el bronceado. Los tonos corales y cálidos en general son ideales para cuando una está morena, pero, ¿qué pasa si tu piel no se broncea y aun así quieres lucir una tez que parezca que ha sido besada por el sol? Pues sea cual sea tu caso, para cualquiera de ellos existe un producto de maquillaje mágico llamados polvos de sol que, si no lo conoces, mucho estás tardando en descubrir.
Los polvos de sol, también conocidos en el mundo del maquillaje como bronceadores, son, como su propio nombre indica, un producto presentado en formato de polvo prensado cuya característica es que siempre presenta un color que oscila entre el naranja y el marrón. Como existe un rango de tonalidades de piel muy extenso, los polvos de sol pueden presentarse en diferentes tonos, pero siempre conservando ese tono oscuro que es el que da sentido al propósito del producto. Si estás empezando a sumergirte en el mundo del maquillaje y has oído hablar de estos polvos, pero realmente nunca te has enterado muy bien para qué sirven o por qué gozan de tanta buena fama, a continuación encontrarás todos los motivos.
¿Para qué sirven los polvos de sol?
Los polvos de sol, conocidos también por el nombre de bronceadores, sirven para dar calidez al rostro. La idea y propósito de aplicarlos es dar una sensación de piel besada por el sol y por ello los tonos entre los que uno puede encontrarlos en tiendas giran siempre en torno a los colores anaranjados, topos y marrones. Escoger el más adecuado cada persona dependerá siempre de la intensidad que se quiera lograr, así como del subtono y tono de la piel.
Recuerda que la finalidad de los polvos bronceadores es darle a tu rostro una calidez que simule un efecto bronceado como si hubieras estado tomando el sol así que saber aplicarlos para que no se vean artificiales es muy importante. Puedes aprovechar también para usarlos a modo de contorno, siempre que no tengan un subtono frío, para dar dimensión a tu rostro y disimular algunas de tus facciones.
¿Cómo aplicarlos?
Uno de los errores más comunes que muchas personas cometen cuando están empezando a maquillarse es aplicar los polvos de sol por todo el rostro con el único objetivo de subir el tono de la piel. Esto no se debe hacer pues, aparte de que la tez quedará a manchas y nada unificada, la diferencia entre la cara y el resto del cuerpo delatará el uso incorrecto de los polvos. Para entender cuál es la forma ideal para aplicarlos, una tiene que fijarse en cómo el sol incide sobre el rostro e imitar el bronceado que este deja sobre la piel.
Teniendo esto en cuenta, fíjate en que el sol siempre incide en los puntos más altos y prominentes de la cara, que son las mejillas, el puente de la nariz y la frente. Esto ya da las pistas necesarias para conseguir aplicar los polvos de sol de manera correcta así que lo único que te faltará será aplicar el producto con una brocha que no sea ni muy suelta ni muy tupida en las zonas anteriormente mencionadas.
Sácale el máximo partido a los polvos de sol
Primero de todo, para saber qué tono es el más adecuado para tu color de piel, opta siempre por unos polvos de sol que creas que, una vez aplicados sobre tu rostro, no generen un contraste muy grande. Lo ideal es escoger un color dos o tres tonos por encima del de tu piel, cuidando siempre que tenga el matiz cálido característico de los bronceadores. Presta atención de que el tono escogido no sea demasiado oscuro para ti pues, aunque se difumine bien, no quedará bien integrado y dará la impresión de suciedad.
Para aplicarlos sobre el rostro, escoge una brocha que no atrape mucho producto y que lo distribuya uniformemente por la piel y haz un pequeño barrido por las zonas a broncear. Para maquillar los pómulos, aplica el producto desde la mitad de las mejillas hasta la sien y siempre orientando la brocha hacia arriba y nunca hacia abajo. Esta última técnica es adaptable a cualquier tipo de estructura facial, aunque siempre habrá variaciones de la misma que se acomoden más a unas u otras facciones.
Para seguir dándole calidez al rostro con los polvos de sol, puedes utilizar una técnica de aplicación en W que consiste en aplicar el producto desde una de las sienes hasta la otra, pasando la brocha a lo largo de las mejillas y también por la nariz. Puedes probarla para averiguar si esto casa con tus facciones, aunque, como ya se ha dicho, esto dependerá de tu estructura facial. Para aplicar los polvos sobre la nariz, lo ideal es depositar una leve cantidad de producto sobre esta para evitar un indeseado efecto de suciedad. Por último, en cuanto a la frente, intenta aplicar el bronceador lo más pegado posible a la raíz del cabello para luego ir difuminándolo hacia abajo. Si quieres que el acabado sea más natural, prueba a conectar el bronceado de la frente con las sienes y, acto seguido, con el pómulo.
Otro detalle que te ayudará mucho a la hora de darle a tu rostro esa sensación de piel besada por el sol es no olvidar la armonía. Puesto que habrá zonas de tu cara sin polvos de sol, haz todo lo posible porque estos se integren y difumen con tu piel; también, prueba a aplicarlos sobre el pliegue de los ojos para dar profundidad a tu mirada y complementar el look cálido de tu rostro.
Por último, hayas añadido o no más productos a tu look de maquillaje, un paso muy importante para conseguir que tu piel no se vea a parches, es agarrar una brocha limpia y retirar el exceso de polvos con movimientos circulares. Esto ayudará a difuminar todavía más todos los productos con tu piel y para que estos también se integren entre sí.