Antes de aplicar cualquier maquillaje asegurarse de que las quemaduras, las manchas, las rojeces o los granitos que aparecen con la grasa que segrega la piel -ya sea por los productos solares, el salitre del agua o el cloro de la piscina y el incremento de las horas de exposición al sol- no afecta a nuestro cutis. Al estar más morena, también hay que adquirir una serie de productos que se adapten a las nuevas necesidades.
Entre los primeros de esos cuidados básicos está el de aplicarse una base y unos polvos uno o dos tonos más que el habitual. Puesto que con la exposición al sol nuestra piel ha adquirido más color, el maquillaje también ha cambiado. Por otro lado, nuestra piel tiende a estar más delicada en cuanto a la mayor exposición que hacemos de ella, por lo que hay que cuidarla. Así como por el sudor, que aparecerá queramos o no, y que puede arruinar nuestro maquillaje si este no es resistente y de calidad.
Una base perfecta
En verano, el sol tiende a abrir los poros de nuestra piel y es por donde segregamos mayor cantidad de grasa. Esto es habitual en el cuerpo, por eso debemos estar prevenidas antes posibles desperfectos en el maquillaje.
Para empezar, debemos aplicar una pre base o una crema hidratante que evite la aparición de reacciones alérgicas y que, además, ayude a que el maquillaje que apliquemos después no pueda afectar a la piel de la cara. Tras esta prevención, continuamos con la aplicación de la primera capa de color.
Puesto que con el sol nuestra cara tiene una categoría más morena, debemos adaptar el color al nuevo tono. Par ello podemos consultar con un experto que nos ayude a encontrar el nuevo color. No sirve la base que se lleva el resto del año, ya que la piel se ha puesto más morena y la cara no tiene la misma textura debido al sol, las cremas y los baños en la piscina o la playa. Lo mejor es escoger entre acabados muse o líquidos, pero siempre resistentes al calor.
Polvos de sol
Olvídate de los iluminadores que dejan brillos y de los tonos beiges para aportar color. Ahora es el momento de dar un paso más y aplicar un tono o dos más oscuro. El color que debes seleccionar lo encontrarás en la gama de los colores tierra, aunque algunas pieles o bronceados permiten el uso de tonalidades más anaranjadas, pero esto ya es un nivel más alto en cuanto a tez morena.
Lo mejor es seleccionar los que vengan con dos o más acabados, es decir, lo que en una misma paleta de color se complementen el polvo de sol junto con una pequeña porción de iluminador. De esta manera evitas que tu maquillaje pueda quedar exagerado con el iluminado. Aun así, también es recomendable un matificador, para que aúne todo el color de la cara.
Una cuestión de ojos
Para los ojos hay muchas posibilidades, aunque nunca hay que dejar de lado el correcto por muy morena que se esté. Este último también debe adquirir un par de tonos más y tener un acabado más anaranjado, ya los beiges quedan demasiado blancos en una cara bronceada.
En cuanto a la sombra de ojos, debes olvidarte de los colores rosados o los acabados pastel. Cuando la piel está morena, las tonalidades que mejor quedan en los ojos son los dorados u otros metalizados, como el cobre o los plateados. También son sugerentes los colores terrosos y anaranjados para tener una sensación más natural, como cara lavada.
Como opción recomendable, es que empieces a utilizar un acabado más cremoso, para que el efecto sea de mirada refrescante, limpia y descansada. También puedes completar el ojo y apostar por un eye liner con color, para dejar aparcado el negro. Azules, verdes, cobres y dorados son los grandes embajadores de las miradas de verano.
Para las pestañas, lo mejor es utilizar primero un rizador y después darle una capa de color con la máscara. Lo importante es que queden unas pestañas bien peinadas, largas y abundantes sin pegotes ni manchas. De este modo, el maquillaje que muestres será el de unos ojos limpios y poco recargados, a pesar de todos los pasos que hay detrás.
Color en las mejillas
En verano realmente no es necesario utilizar un colorete para las pieles más morenas, ya que lo que debe destacar es ese tono adquirido en la cara por el sol. Pero sí que podemos escoger entre unas tonalidades más anaranjadas o terrosas, para que los rosas no creen un efecto excesivo y antinatural. Este último es mejor reservarlo para pieles más claras, mientras que la cara más bronceada necesita de una tonalidad que solo queda bien en pieles morenas.
Besos de verano
Al estar morena, los días de sol requieren de tonos más llamativos. Y los labios no podían ser menos. Para ello puedes decantarte por colores que antes no te atrevías a llevar por ser demasiado excesivos. Sea cual sea la ocasión, el verano te permite utilizar esos colores que tenías aparcados en el fondo de tu neceser.
Utiliza siempre colores que destacarán sobre la piel de la cara morena, como pueden ser los corales, los rosa fucsia o los acabados frambuesas. Tanto de día como de noche, estos colores te aportarán la frescura y el aire jovial con el que se presenta el maquillaje de verano. Y, a poder ser, que estos labiales sean en un efecto brillo o gloss, ya que los mate son más para temporadas más frías.
Si por el contrario escogemos un tono nude, el aspecto que quedará es el de un moreno ficticio, como si lleváramos mucho maquillaje simulando un bronceado. Por eso es mejor dejar este tipo de tonalidades más apagadas para las pieles más claras y reservarlo para otras estaciones menos coloridas. También pueden resultar interesantes los tonos berenjena o los rojos granate que, aunque no parezcan muy estivales, sí que pueden resultar ideales.