A la hora de utilizar un determinado maquillaje siempre surge la misma pregunta: ¿Qué tipo es más adecuado, en polvo o en líquido ? Lo cierto es que cada uno tiene su función, aunque hay que saber aplicarlo correctamente, pero, ante todo, se debe conocer qué es y para qué se usa.
Mientras que la base líquida o en acabado musse se utiliza para alisar la piel y quitar las impurezas típicas d las manchas producidas por el sol, la edad, el estrés, el tabaco o el alcohol, el polvo se utiliza con el fin de matizar y dar color a la tez. Todo el mundo tiene alguna imperfección que prefiere tapar con el maquillaje, pero cada uno tiene una función determinante.
El maquillaje en polvo es el arma infalible con el que mantenerse perfecta a diario durante toda la jornada. Es el kit de cosméticos más adecuado para llevar siempre consigo, además de facilitar el retocado femenino de forma exprés: por su fácil aplicación.
El buen uso de la cosmética
Este tipo de cosméticos se utiliza tras la aplicación de la base líquida de la que antes hablábamos, que sirve para igualar la tonalidad, iluminar la cara y suavizar la piel. Además, ayuda a que el maquillaje permanezca intacto durante más tiempo. Es la manera más rápida de mantenerse perfecta durante todo el día.
Lo que cabe destacar del maquillaje en polvo es su facilidad para aplicarse, además de ser súper cómodo y resistente. Los hay de diferentes maneras, para que cada una escoja cuál es su maquillaje perfecto: compacto o volátil.
Lo más destacado de este tipo de cosmético es la falta de aceite en su fabricación, por lo que facilita a la permanencia del color sobre la piel sin que esta sufra daños en su genética. Lo mejor de todo es que el maquillaje en polvo absorbe la suciedad que tiene nuestra piel -aunque eso no implica que podamos dejar de desmaquillarnos todos los días ni tengamos que utilizar un limpiador de manera continua-.
Para aquellas mujeres que tengan problemas de cutis, como el exceso de grasa y la formación de granos, el maquillaje en polvo es una de las soluciones para esa cuestión. Lo que crea esta cobertura es una capa que ayuda a prevenir la formación de acné en el cutis.
Los dos acabados infalibles
Estas dos clases de maquillaje ayudan a que haya una mayor variedad de acabados, para que todos los gustos estén satisfechos. Aunque ambos tienen características similares, como el toque de color, la uniformidad de su acabado o la eliminación de brillos, también mantienen cierto equilibrio en la propia fisionomía de nuestra piel.
Para empezar con uno de ambos modelos, el más conocido de los dos formatos es el maquillaje en polvo compacto, que es el más cómodo para transportar y llevar en el bolso. Son los polvos más recientes que se han creado, además de ser los que tienen un uso más llevadero en comparación al resto.
Este tipo de maquillaje tiene una cobertura menor que la base líquida o también que los otros polvos, pero su acabado es más natural que ninguno de ellos, dejando una piel suave y lisa. El uso de los compactos es recomendable por los expertos para las mujeres con un tipo de cutis de clase mixta o grasa, ya que evita que se pierdan los aceites propios de la piel.
En contraposición, aparece otro tipo de polvos que son más sueltos y tienen un poco más de complicación a la hora de saber usarlos. Estos aportan un plus de ligereza extra y una naturalidad prácticamente impecable. Su acabado no es tan espectacular como con el maquillaje en polvo anterior, pero solo si no se aplican correctamente. El aspecto unificado se consigue gracias a las brochas o las borlas, ya que con la esponja quedaría más oscuro y con manchas de color, que son más difíciles de difuminar.
El color perfecto para la cara
La aplicabilidad de ambos tipos de maquillaje en polvo es sencilla, pues es el mismo movimiento que los polvos bronceadores comunes. Primero se recoge un poco de color con la brocha o pincel seleccionado para estos polvos -que será de pelo largo, abundante y fino-, pero antes de poner el color en contacto con la piel se debe soplar el exceso del polvo que hay queda en los mismos pelos.
Sobre una piel previamente hidratada y bien cuidada, se repartirá al rededor de todo el cutis el maquillaje en polvo seleccionado -chocolates y marrones para las pieles oscuras, melocotones para los tonos tostados y los rosas claros para las mujeres con el rostro más claro-. Los movimientos se harán de manera circular y alrededor de toda la cara hasta que quede un color uniforme.
Puesto que el color del rostro no es uniforme de por sí, hay que mantener cierta concordancia con el aspecto natural. Para ello se tiene que dar mayor énfasis en las zonas de los pómulos, de fuera hacia adentro, para más tarde expandir ese tono a través de la mandíbula hasta llegar a la barbilla. Y luego se sigue el mismo procedimiento desde el pómulo hacia la frente.
El efecto más natural
Ese movimiento es sencillo, ya que el resultado final es el contorno del rostro con un dibujo en forma de 3. Se repetirá todo ello de arriba a bajo, y viceversa. Así el color se irá repartiendo de manera más uniforme y se delimitarán mejor los rasgos.
Frente al resto de los cosméticos que existen en el mundo, el maquillaje en polvo es la solución perfecta para afrontar los días más calurosos que se avecinan para este verano. Si lo que se busca es una tez sin imperfección alguna, esta es una de las soluciones más rápidas y útiles.
El maquillaje en polvo es la manera más efectiva, rápida y sencilla que tienen las mujeres para aplicarse la base insuperable y permanecer perfecta. Si lo que buscas es el compañero ideal de entre todos los tipos de maquillaje que existen, los polvos son la mejor opción para aquellas que necesitan mantener una piel sana y uniforme.