Tiene uno de los olores más característicos del planeta. Con unos frascos en forma de torso humano, la perfección se nota y se siente tanto dentro como fuera de sus perfumes. La firma del inconformista Jean Paul Gaultier siempre ha sido reivindicativa, por eso las fragancias de la casa no podían ser menos. Con ellas se explota la cara opuesta: el rol femenino es quien manda, frente a un hombre idealizado y muy atractivo.
La historia de un rebelde
Considerado como el Enfant Terrible de la moda, no solo francesa sino del mundo entero, el diseñador galo ha aprendido a vivir rodeado de polémica. Sus desfiles son puro espectáculo, siempre con detalles sorprendentes que solo Jean Paul Gaultier es capaz de incluir en sus diseños sin que quede fuera de serie.
No busca ser criticado, pero tampoco ser considerado como provocador. Aunque sus diseños tienen poco de discreto y sus referentes nunca dejan indiferente a nadie. Con ellos solo pretende reivindicar el lugar que ocupan algunos temas que pueden considerarse como tabú en la sociedad, es una manera directa con la que se siente cómodo y a través de la cual puede dar a conocer ciertos puntos de vista que no se habían tenido en cuenta hasta entonces.
Para él, la moda tiene el entendimiento clásico: es arte en sí mismo y como tal hay que reivindicar esa parte en todos y cada uno de los desfiles. Porque no es lo mismo una pasarela, donde se deben potenciar la creatividad, la crítica y la salida de los moldes convencionales; con las tiendas, donde se ofrecen las piezas que uno se va a poner para crear sus propios conjuntos y looks.
Al ser un diseñador galo, París es la cuna de toda su inspiración. Intentando devolver a la ciudad de la luz esa esencia de estilo único y carácter elegante bien marcado entre sus calles, Jean Paul Gaultier siempre recurre a algunas iconografías o referencias directas de una de las ciudades con más glamour del mundo.
Con los colectivos
Una de sus incontables reivindicaciones ha sido la de dar cabida en la pasarela y en la vida a todo tipo de personas. Cuando todavía Europa, cuna de la innovación y la libertad de pensamiento, todavía seguía encerrada en los estereotipos de vida social aceptada, Jean Paul Gaultier no quería llegar al cambio de siglo sin mostrar su lado más reivindicativo.
Sus colecciones siempre han estado protagonizadas por personas que, según el mandato y la cultura social que se tenía, eran gente incomprendida y lejos de considerarse como normales. Entre esa lista de colectivos a los que se trataba como tema tabú -pese a saber de su existencia en la clandestinidad-, los transexuales, los bisexuales y los homosexuales eran los abanderados de la causa del 'siéntete libre' que el diseñador quería elevar a lo más alto.
El diseñador junto a Beth Ditto en el desfile de la Fashion Week de París de 2011
Entre esas caras más destacadas del mundo actual, sus grandes referentes y luchadores por la libertad de las mujeres, la igualdad de sexos y la aceptación de las distintas condiciones sexuales se ven reflejadas en los estilismos de Dita Von Teese, Rosy de Palma o Conchita Wurst. Estas tres mujeres han marcado una nota distintiva en la historia del estilo y su pensamiento que ha llevado a muchos a seguir su estela de rebelión y libertad.
Los infalibles
La Mirinpèrie es la clásica camiseta de rayas marineras. Presente desde 1983, nació como un básico de temporada, como una pieza que le recordaba a su infancia. En la película Querelle, Rainer Fassbinder interpreta a Le Male, un símbolo que se ha convertido en todo un referente para Jean Paul Gaultier, sobre todo porque ha pasado a formar parte de su amplio repertorio de perfumes. Es uno de los más vendidos de la casa
El efecto Boudoir, al cual pertenecen dos de sus prendas fetiche como la falda para hombre y el corsé femenino, es uno de los más perseguidos en todas las colecciones. Destinado a gente con mucho carácter y una esencia pin up, la moda interior de principios del siglo XX se sigue renovando con este diseñador, que le añade detalles más sensuales y estilizados. Lejos de tratarse de los incómodos modelos de antaño, estos nuevos corsés se suman a la tendencia de empoderamiento femenino, pese a que fue una de las piezas con las que se rompió para conseguir la libertad de la mujer en la esfera social, política y económica.
La primera de ellas, la denominada como 'jupe pour homme' es la falda reinterpretada para hombres. Una pieza tradicional del armario femenino que se reconvierte en un imprescindible varonil. Esta es una transgresión que muy pocos se han atrevido a hacer. Él es uno de los primeros en iniciar esta tendencia de cambio de roles en la ropa, ya que lo convencional es que lo masculino pase a ser femenino, pero no al revés. Una libertad a los cánones de vestuario y que rompe con las reglas establecidas.
Siguiendo con su terminología francesa, aparece el 'Corset Conique' que no es más que el corsé de conos que encumbró a Madonn en su gira 'Blond Ambition Tour' de 1990. Como una crítica exagerada a esa conocida como 'mujer objeto' sensualizada y sexualizada, las formas femeninas toman un rumbo más atrevido y se atreven con piezas que marcan la silueta puntiaguda de los pechos. En esta ocasión, los primeros sujetadores del siglo XX se ven reflejados en estos diseños, que se encuentran entre la transición de los corsés a los sostenes, donde ambos coinciden en una terminación del pecho en pico.
Una revolución de olores
Pero no solo su emblema se queda plasmado en la ropa, sino que la industria del perfume es uno de sus mayores fuertes. Teniendo una base donde se idealizan los cuerpos y se sexualizan por igual ambos géneros, lo masculino y lo femenino no tienen las mismas distinciones que se pueden conocer como clásicas. En sus anuncios, ellas son las que llevan la voz cantante y que incluso 'acosan' al hombre, bien definido, perfecto y habitualmente semidesnudo o con piezas que dejan poco a la imaginación.