Una de las zonas del cuerpo humano que más sufre el estrés y las carreras continuas que realizamos a lo largo del día son los pies. Por eso hay que mimarlos de vez en cuando y dedicarles más tiempo del que le prestamos.
El pie, el chivato del cuerpo
Es importante tenerlo en cuenta a la hora de realizar un masaje en esta zona tan castigada, ya que los pies contienen más de 7500 terminaciones nerviosas conectadas con órganos y demás partes del cuerpo. Por eso se dice que, cada zona de estos, representan una parte de nuestro organismo.
A la hora de practicarnos un automasaje en los pies, entran en juego diversos factores que harán que ese momento personal sea más relajante. La temperatura ideal de las manos, que no será ni muy fría ni muy caliente, la luz tenue y un ambiente relajante, fuera del estrés diario, son las claves para empezar con la técnica.
Para que un buen masaje funcione, se debe tratar al pie en todo su conjunto. Es decir, que aplicando la presión y los movimientos indicados sobre la planta, los dedos y los ligamentos serán más efectivos si se hacen a la vez con las dos manos. Aunque, si existe un dolor pronunciado en una parte muy concreta, podemos tratarlo igualmente.
Masaje sencillo y puntual
Para empezar, daremos un par de consejos sobre cómo practicar un automasaje en esta zona del cuerpo, desde el punto de vista más práctico y sencillo. Puesto que muchas veces sufrimos un dolor agudo que nos molesta al andar, procederemos a quitar esa contractura tan molesta de una manera rápida y eficaz.
Aplicando la presión necesaria con los pulgares, identificaremos primeramente las zonas doloridas. Para que la contractura o nudo desaparezca, procederemos a dibujar círculos sobre ese punto concreto sin dejar de apretar. Al momento notaremos un alivio, aunque puede que duela al principio. Muchos prefieren utilizar una pelota pequeña y dura, como las de golf, para pisar y amasar con la planta del pie.
También hay que masajear a conciencia por entre los huecos de los dedos. Con estos, que son miles de cartílagos diminutos, hay que tener cuidado porque son muy delicados. Pero también son fuertes, puesto que soportan gran parte del peso del cuerpo. Si hacemos un poco de presión en el espacio entre uno y otro, comprobaremos cómo parte de la tensión acumulada en esa zona desaparece.
Esta práctica es más común, ya que requiere de un mínimo de tiempo y es un masaje muy concreto. Con repetirlo un par de veces por semana bastará, aunque si se hace de manera diaria durante unos cinco minutos, los pies estarán más descansados. Además, es una práctica muy recomendable al final de la jornada laboral y tras una ducha caliente, ya que ayuda a relajarnos y dormir más tranquilos.
Técnicas milenarias
Por otro lado, también existen otros métodos eficaces para realizar un automasaje en los pies. Una de esas técnicas es el conocido como masaje shiatsu, que proviene de la cultura china, de la cual se desprende el dicho de que los pies son el reflejo de la salud. Por eso hay que cuidarlos.
Con estos movimientos, lo que conseguiremos es relajar, no solo la planta del pie, sino todo el cuerpo -por esa conexión que hemos mencionado anteriormente-, además de conseguir que se destensen y se relajen la mente y las preocupaciones. Con este método hay que conseguir un sitio relajado y buscar un buen lugar donde permanecer sentado sin incomodarse.
- Primero, se realiza una línea recta con los pulgares que irá desde el talón hasta los dedos. Apretando con suavidad, empezaremos a notar cómo se destensa la planta por completo. Este paso lo realizaremos varias veces seguidas.
- Luego, procederemos a recorrer el mismo trayecto, pero esta vez con los nudillos unas tres o cuatro veces. Como ya tenemos allanado el camino, los nudillos lo que ejercen es una presión mayor y ocupan una zona más ancha del pie, proporcionando un gusto considerable. Puesto que una mano se queda libre, con esta abrazaremos el empeine para que se relaje.
- A continuación, masajearemos cada dedo con cuidado y dedicación. De esta manera, relajaremos y destensaremos los huecos que hay entre ellos ejerciendo una presión suave. Con una vez que dediquemos a cada una de las falanges sobrará, aunque también pueden repetir sesión.
- Después, volveremos a esa línea imaginaria que hemos dibujado al principio en la planta del pie. Esta vez lo haremos con el codo flexionado y, ejerciendo más peso sobre la zona, haremos círculos ayudando con el peso del cuerpo. Esta parte puede resultar algo dolorosa al principio, puesto que antes no ha sido tratada. Pero con las repeticiones semanales y el tratamiento continuo de los pies, al final resultará de lo más placentero.
Al finalizar todo el proceso, con ambas manos apretaremos el pie. Así acogeremos esta parte de nuestro cuerpo, dándole calor y fuerza para después dejarle respirar y destensar cuando lo soltemos poco a poco. Una vez terminado esto, podemos empezar con el otro.
Mimar a los pies
Si este último masaje se realiza durante unos 10 o 15 minutos dos o tres veces por semana, dependiendo del dolor, el estrés o por puro placer, al final los resultados se verán a largo plazo. Aunque también que hay que puntualizar que el automasaje en los pies tiene sus efectos de manera inmediata, ya que es una de las zonas más agradecidas del cuerpo, pese a ser una de las que más sufren a diario.
Gracias a los aceites corporales o las cremas hidratantes y relajantes, el efecto se consigue mucho antes y con mayor intensidad. Pero lo cierto es que no se necesita el soporte de ninguno de estos, ya que en principio sirven para mejorar el deslizamiento de las manos por los pies a la hora de masajear la zona.
Otra de las ventajas de una dieta saludable y de beber abundante agua de manera diaria, es el resultado de estos masajes, ya que ayudan a mejorar la circulación y, por lo tanto, evitan que se desarrollen tantos problemas en los pies. Eso sí, aunque parezca mentira, hay algunas personas que, por ciertos problemas de salud, no se les recomiendan estos automasajes.