Siempre se ha dicho que el agua del mar tiene grandes propiedades curativas. Caminar por la orilla del mar, nadar, o hacer ejercicios dentro del agua ayudan a las articulaciones y los músculos a mantenerse firmes, así como favorece la recuperación en caso de haber sufrido una lesión, sin olvidarse de lo que ayuda a una correcta circulación.
Desde siempre se han tenido en cuenta sus propiedades, pero no fue hasta 1760 cuando se publicó el primer libro centrado en la talasoterapia. Richard Russell observó que los habitantes de las zonas costeras británicas tenían una salud mucho más fuerte que los de interior, por lo que decidió estudiar cómo el agua del mar ayudaba a ello. Tanta repercusión alcanzó su libro que la Familia Real le nombró uno de sus médicos oficiales.
Más tarde, a principios del siglo XX, Venecia comenzó a destacar las propiedades de la talasoterapia. Desde entonces no hay país que rechace este tipo de tratamientos, en los que se emplean absolutamente todo lo que sale del mar más allá del agua: algas, arena, piedras,... e incluso los rayos de sol.
Por tanto este tratamiento puede ser tan sencillo como dar paseos por la orilla del mar, nadar o enterrarse bajo la arena. Ahora bien, en las últimas décadas se ha ido perfeccionando todo esto con la creación de centros especializados en talasoterapia en los que se desarrollan diferentes tratamientos controlados por médicos, cada vez empleándose técnicas mucho más avanzadas.
Así es un tratamiento de talasoterapia
Las olas del mar es uno de los elementos que se emplean en este tratamiento, ya que producen un efecto de masaje al chocar sobre la piel, mejorando los problemas circulatorios, la celulitis o problemas dermatológicos como el acné o la psoriasis.
Por su parte, los baños de aire marino, con el agua a una temperatura que oscila entre los 10 y los 18 grados, refrigeran la piel y favorecen la circulación superficial; mientras que las algas ayudan a retrasar el envejecimiento cutáneo, la celulitis o a frenar el desarrollo tumores y virus. De hecho tras pasar por el circuito de agua es habitual terminar el tratamiento con una envoltura de algas o lodos marinos.
Por último, la talasoterapia se completa con baños de arena, en lo que se denomina psamoterapia. Consiste en cubrir el cuerpo con arena de la playa cuya temperatura debe estar alrededor de los 60 grados. Su principal efecto es el aumento de la temperatura corporal que activa la sudoración sin producir enfriamiento.
Mucho más sofisticado y premium es la ducha vichy, un tratamiento que consiste en un placentero masaje por todo el cuerpo con aceites esenciales al tiempo que una ligera lluvia cae sobre el cuerpo gracias a un sistema de duchas a diferentes temperaturas.
Asimismo, en algunos centros también existen piscinas cálidas con diferentes aparatos para realizar ejercicios de piernas y brazos. Y en casi ninguna falta el pediluvio y el maniluvio para sumergir pies y manos, respectivamente, pasando por diferentes temperaturas para activar la circulación al tiempo que se relajan las extremidades.